sábado, 23 de mayo de 2009

BOLETÍN DEL SERVICIO PSICOPEDAGÓGICO

Entre pañales

y libros                                 

 

Algunas mujeres son  madres y estudian una carrera. Cumplen con las exigencias de los profesores y de sus hijos. Son mujeres que reparten su tiempo entre pañales y libros.

En la actualidad, el papel de madre y estudiante son roles que en la mujer deben convivir y compatibilizar. Por un lado, se encuentra el deseo personal de estudiar una carrera, que al igual que al hombre, le permita insertarse en el mundo laboral y responder a sus exigencias. Y por otro, está el rol de ser madre que debe cumplir de acuerdo al estereotipo cultural y las expectativas sociales.

Aquí es donde en muchos casos entra a jugar un rol muy especial la CULPA. Algunas madres - de manera consciente o inconsciente- privilegian el modelo de crianza en el hogar y viven la asistencia de sus hijos al jardín maternal de manera prejuiciosa, porque sienten que están contradiciendo la expectativa de crianza tradicional. En consecuencia surgen, en ellas,  sentimientos de abandono ambivalencias afectivas y contradicciones. En muchos casos , estas emociones encontradas, dan como resultado el boicot del proceso de adaptación de los niños al jardín ya que la angustia que siente la mamá al dejar a su hijo, es expresada con la verdadera dimensión por el niño quien no escatima gritos y llantos, incluso antes que la mamá efectivamente se ausente. La capacidad de adaptación de un niño también tiene que ver con el sostén emocional previo de la mamá. Hay niños que no se "adaptan" para no abandonar a la madre sobre todo si la perciben frágil o con pocos recursos afectivos. Son ellos quienes las contienen, abrazan y protegen rechazando el jardín para no abandonarla.

Si las madres que trabajan o estudian no encuentran en sus actividades un sentido profundo y válido para tolerar dejar a su hijo al cuidado de un otro ( en el caso del jardín, un profesional preparado) les será dificultoso admitir el tiempo (muy variable) que cada niño necesita para que la nueva realidad se vuelva conocida y confiable, maternal y segura. No importa a qué  edad cada familia decida el inicio de la escolaridad de su hijo, lo que importa es que responda a deseos y necesidades bien personales.

 

¿Por qué solemos creer que maternidad y estudio o trabajo son incompatibles?. No importa si trabajamos, estudiamos o no. Importa saber si logramos fundirnos en las necesidades de los niños pequeños en relación al contacto corporal, el cobijo, la lactancia, los brazos disponibles, la mirada, la quietud y la presencia durante las horas que sí estamos en casa, incluyendo la noche.  
 
Siempre es posible seguir trabajando o estudiando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin que el niño tenga que pagar los precios del abandono emocional. 
 
El problema no es el trabajo o el estudio. El problema es la vuelta a casa. Pensemos cuántos minutos por día le dedicamos -de verdad- a la satisfacción pura de nuestros hijos traducida en piel, olor, leche,  abrazos y palabras llenas de sentido.
Cuando regresamos a casa, el niño que ya nos ha esperado con infinita paciencia siente que, ahora sí, ha llegado la hora de estar con mamá. A partir de ese momento merece ser resarcido, colmado de caricias, tiempo, abrazos y sonrisas y también merece recibir respuestas a sus reclamos legítimos ya que ha esperado estoicamente el regreso de su madre. Si somos capaces de delegar todo lo demás una vez que hemos regresado a casa, si comprendemos que no hay nada urgente más que nutrir a nuestro bebe de caricias y leche, entonces el estudio no será un obstáculo para el vínculo amoroso entre la madre y el niño.

 

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